Anécdotas & Apologética #033
“Muéstrame en la Biblia dónde Jesús dice: ‘Yo soy Dios, adórenme.’
Bueno, Jesús no usa esas palabras exactas, pero sí afirma ser Dios de una manera tan clara, que los judíos que lo escuchaban ¡querían apedrearlo por blasfemia!
Jesús afirmó ser Dios sin confundir su identidad con la del Padre.
Se presentó como el Hijo del Padre, igual en esencia y naturaleza.
Mira lo que dice en Juan 10:27–30:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen;
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos.”
Para un judío que conocía bien las Escrituras hebreas, ¡esto fue una afirmación directa de que Jesús es Dios!
¿Por qué?
Porque Jesús dijo:
Que los creyentes son sus ovejas.
Que están en su mano, bajo su cuidado y protección.
Que Él les da vida eterna.
¿Dónde hemos escuchado esto antes?
Mira Salmo 95:6-7:
“Venid, adoremos y postrémonos;
arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor.
Porque él es nuestro Dios;
nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano...”
¿Lo captaste?
Jesús dice: “Son mis ovejas, están en mi mano”
—una imagen que en el Antiguo Testamento se usa solo para Jehová.
Ahora ve a Deuteronomio 32:39:
“Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo;
yo hago morir, y yo hago vivir;
yo hiero, y yo sano;
y no hay quien pueda librar de mi mano.”
Ese lenguaje se repite exactamente:
Nadie puede librar de la mano de Dios.
Él es quien da vida…
Y Jesús dice: “Yo doy vida eterna.”
Así que, aunque Jesús no diga las palabras exactas “Yo soy Dios, adórenme”,
Él hace afirmaciones que solo Jehová puede hacer.
Y lo hace con autoridad, claridad y propósito.
Los líderes religiosos entendieron perfectamente lo que Él decía.
Por eso lo acusaron de blasfemia y quisieron matarlo (Juan 10:33):
“Porque tú, siendo hombre, te haces Dios.”