Anécdotas & Apologética #040
Cuando Dios quiere hacer poderoso a un hombre, no lo corona primero…
primero lo quebranta.
Te quita la comodidad, el orgullo, tus planes…
hasta que lo único que queda es lo que es real.
Eso no es castigo. Es entrenamiento.
El dolor no viene para destruirte.
Viene para estirar lo débil dentro de ti,
para que puedas cargar el peso de tu destino.
Cada mal día, cada traición, cada desilusión,
es Dios moldeándote, pieza por pieza.
Porque no creces en la comodidad…
creces en el caos.
La presión que hoy te está quebrando,
es la misma presión que mañana te hará imparable.
Así que cuando estés de rodillas pensando que todo se acabó,
no es el final… es el reinicio.
La mayoría se rinde cuando duele,
pero los escogidos…
caminan por el fuego hasta que su propósito comienza a brillar.
Cada lágrima, cada prueba, cada noche sin dormir…
es la prueba de que Dios aún no ha terminado contigo.