Exégesis Retórico de Marcos 10:17-22

Marcos 10:17-22 no trata sobre la salvación. Su explicación:

1. La Pregunta del Joven Rico (v. 17)

Él pregunta: “Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?” Su manera de preguntar revela lo que supone: la vida eterna puede ganarse haciendo. Jesús lo confronta de inmediato: “¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.” (v.18).

Punto exegético: Jesús cambia el enfoque de las obras humanas al estándar perfecto de Dios.

2. Los Mandamientos Mencionados (vv. 19–20)

Jesús menciona los mandamientos relacionales o morales (5–9), dejando fuera “No codiciarás”. El joven responde con orgullo: “Todo esto lo he guardado desde mi juventud.”

Punto exegético: Jesús no enseña salvación por guardar la ley, sino que permite que el joven revele su autojusticia.

3. Lo que Le Faltaba (v. 21)

“Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme.” Esto no es un requisito universal para la salvación, sino un mandato quirúrgico para exponer en qué confiaba este hombre: sus riquezas.

Punto exegético: Jesús apunta directamente al décimo mandamiento (“No codiciarás”), mostrando que su corazón estaba esclavizado a las posesiones.

4. La Respuesta del Joven (v. 22)

“Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.” Quería la vida eterna, pero no pudo dejar lo que lo definía.

Punto exegético: Su problema no era la falta de obras, sino la falta de fe — no podía confiar en Jesús por encima de sus riquezas.

Conclusión

Marcos 10:17–22 no enseña que la salvación se obtiene vendiendo posesiones. Más bien expone:

  • La inutilidad de la justicia por obras (el joven piensa que ha guardado la ley).

  • El peligro de confiar en las riquezas (su identidad y seguridad estaban en las posesiones).

  • La necesidad de una entrega total a Cristo (la fe implica soltar lo que compite con Él).

Así, el pasaje no es una fórmula de salvación, sino una ilustración de lo que impide a muchos recibirla: rehusar soltar sus ídolos para confiar sólo en Cristo.

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